Los indígenas que habitaban en Guanare (Venezuela), con la
llegada de los españoles en 1591, huyeron hacia la selva, al norte de la
ciudad. Desde entonces, los civilizadores extranjeros esperaron durante décadas
a que la tribu descendiera de las montañas para que tomaran parte en el
aprendizaje del cultivo de los campos y de la doctrina cristiana. Pero eso
parecía casi imposible que sucediera.
Un día de comienzos del año 1651, en la quebrada del río
Tucupido, sobre la corriente de las aguas, el cacique (Jefe de la Tribu) junto
a su mujer y otros indios contemplaron asombrados la imagen de una Bella Mujer
con un niño en brazos. La mujer le dijo en al Cacique en su lengua: "Sal
del bosque junto con los tuyos y ve donde los blancos para que les echen agua
sobre la cabeza y puedan subir al Cielo". La Virgen se refería a que
reunira el Cacique a su tribu y acudiera a los blancos para recibir el
bautismo.
El cacique, impresionado por lo que había visto y escuchado,
decidió obedecer a la Bella Mujer. Casualmente, un español llamado Juan
Sánchez, transitaba por allí y el Cacique le relató lo sucedido. Juan Sánchez
puso a disposición del Cacique unos terrenos que había obtenido años atrás, por
donde pasaba una quebrada llamada Coromoto, a unas 5 leguas de Guanare. De esta
forma, el Cacique podría repartir estos terrenos entre su tribu para que los
indios Cospes dieran su consentimiento de vivir allí y de hacerse cristianos.
Transcurridos varios meses en Coromoto, los indios recibieron
el Bautismo a excepción del Cacique, a quien el demonio le hacia probar
disgusto por la religión y lo tentaba con regresar a la selva. El mutismo y
enfado del Cacique aumentaba cada día. Se sentía infeliz. Fue con ese estado de
animo que llegó a su bohío el 8 de septiembre de 1652, y sin mediar palabras
con nadie se acostó en su barbacoa.
El sol se ocultó y dio paso a la noche. De repente, el
umbral del bohío se iluminó de una luz fulgurante que envolvía a la Bella Mujer
de la quebrada. Estaban presentes su esposa, su cuñada Isabel y su sobrino
Juan. Al verla, el Cacique le pidió que se marchara. En cambio, la virgen se le
acercó más, por lo que el Cacique se abalanzó sobre Ella para tomarla del brazo
y echarla fuera. En ese instante, el interior del bohío quedó en penumbras.
“¡Aquí la tengo!”, dijo el Cacique en tono de furia y triunfo. Las dos mujeres
intrigadas le piden ver a la Bella Mujer, fue entonces cuando el Cacique a la
luz del tenue fogón abrió su mano y vieron en una pequeñísima imagen el retrato
de la Bella Mujer que irradiaba rayos luminosos.
El niño Juan, entristecido por el comportamiento del
Cacique, se fue a escondidas a avisarle a Juan Sánchez de lo sucedido. Éste,
junto con dos de sus compañeros fueron a la choza del Cacique y recuperaron la
preciosa reliquia. Juan Sánchez, al recibirla de manos del niño, sintió
profunda emoción, pues reconoció en ella la Madre de Dios, y con respeto la
colocó en un relicario de plata que acostumbraba llevar al cuello. Al día
siguiente (9 de septiembre) el Cacique se puso en marcha para regresar a la
selva pero fue mordido por una culebra a poca distancia del pueblo.
El Cacique, viéndose en peligro de muerte, se arrepintió y
pidió a gritos ser bautizado, sacramento que le fue administrado por un cristiano
que transitaba por el lugar. El Cacique recomendó a los indios que se
mantuvieran con los blancos y murió. Como consecuencia de esto, los indios
Cospes formaron una comunidad de fieles muy fervorosa. De regreso a su casa de
Soropo, Juan Sánchez colocó a Nuestra Señora de Coromoto en un altar, donde
permaneció hasta el primero de febrero de 1654.
El 7 de octubre de 1944, el Papa Pío XII la declaró
"Patrona de la República de Venezuela" y su coronación canónica se
celebró tres siglos depués de la aparición, en 1952.
Hoy en día, cerca de Guanare (estado Portuguesa), en el
lugar de la segunda aparición, fue construido un bello templo, el Santuario
Nacional Nuestra Señora de Coromoto, el cual fue consagrado el 7 de enero de
1996, e inaugurado con la solemne Eucaristía presidida por su Santidad el Papa
Juan Pablo II, el 10 de febrero de 1996.
Los venezolanos celebran su fiesta tres veces al año, el 2
de febrero y el 8 y 11 de septiembre.
Oración a la Virgen de Coromoto
¡Oh Virgen de Coromoto! En tus manos deposito esta súplica
(tal intención, tal necesidad). Bendícela. Preséntala al Corazón de Jesús. Haz
valer tu amor de Madre y tu poder de Reina. ¡Oh María! Yo cuento con tu ayuda.
Yo confío en tu poder. Yo me entrego a tu voluntad. Yo estoy seguro de tu
misericordia. ¡Madre de Dios y Madre mía! Ruega por mí. Llévame al Corazón de
Jesús.
Bendícenos Madre Santísima
Cúbrenos con tu Manto Madre Mía.