¡Oh benignísimo Dios! Padre de Misericordia y Señor de todo consuelo, que no deseas la condenación de aquel que cree en ti; míranos. Te
suplicamos, según la muchedumbre de Tus Misericordias. Engrandece Tu Misericordia, para que, aun en las tribulaciones más grandes de
nuestra vida, cumplamos siempre y fielmente con Tu Santísima Voluntad, que es la Misericordia misma. Por Tu hijo y Señor Nuestro
Jesucristo, que contigo vive y reina por eternidad de eternidades. Amén
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